miércoles, 22 de julio de 2009

Relato pre-guión

- Yo nunca podré amarte. No soy capaz ni de amarme a mi mismo.
Su voz sonaba entrecortada; cómo si estuvieran conteniendo las lágrimas. Todo falso. Todo fingido. Tras esa tristeza y ese dolor simplemente no había nada. Era una cáscara vacía. Se le hizo un nudo en la garganta. La persona más importante para ella no era más que un ser incapaz de sentir ningún tipo de emoción. A pesar de ello, sentía una paz interior que nunca antes había experimentado con tal intensidad. Ese último golpe la había empujado finalmente a enfrentarse a su miedo más atroz. Le habían arrebatado todo; incluso la única posibilidad de amar. Su último consuelo ante una locura que cada noche, al cerrar los ojos, la empujaba cada vez más a un pozo sin fondo. Y ahora le tocaba enfrentarse a su propia locura.
- Yo te ayudaré a acabar con este dolor – su voz era seductora. Se dirigía a ella como un príncipe que le declara su amor eterno a su princesa -.
- ¿Cómo? - apenas un susurro salió de sus labios -. No puedes aliviarme un dolor que tu mismo has provocado.
Se inclinó hacia ella y tomando sus manos entre las suyas, posó sus labios sobre los de ella. Un beso frío, sin pasión alguna.
- Acabar con todo sería tan fácil, pequeña...- el suave roce de sus labios le provocaba pequeños escalofríos -. Descansar...eternamente. No volver a sentir un dolor así....
Esas palabras la golpearon en lo más hondo de su ser. Y a pesar de todo...el maldito tenía razón.

La espalda de él curvada mientras escribía. Ella tumbada en la cama, dictaba.

- Esto simplemente es un recuerdo para todas esas personas que aún me recuerdan; para bien o para mal. Es una súplica para que no me olvidéis. Para que mi estancia aquí haya servido para algo. Nunca he sido una persona notable. Más bien se podría decir que he rozado la mediocridad. No voy a provocar mi muerte como un reclamo de mi corazón herido. Todo lo contrario. Creo que he encontrado el verdadero sentido de la vida para mi. Y creo que he hecho todo lo que se podía hacer en esta vida. O por lo menos, todo lo que había preparado para mi. No creo que haya otra vida donde seré recompensada por mis sufrimientos o castigada por mis pecados. Estoy segura de que mi consciencia desaparecerá para siempre. Tan segura como de que mi cuerpo se pudrirá y será devorado por miles de gusanos. Como he dicho, no creo que el mundo se pierda gran cosa. No me estoy menospreciando, en absoluto. Pero se que nadie en este mundo ha estado, esta o estará preparado para poder entender y aliviar a cualquier ser. Ni siquiera somos capaces de entendernos, amarnos o aliviarnos a nosotros mismos. Así que me dispongo a enfrentarme a mi último reto como una persona racional. Con la frente en alto, la vista clara y sin ningún tipo de nerviosismo. Acompañada de la única persona que me ha ayudado a descubrir mi propia vulnerabilidad y a enfrentarla con un valor que ni siquiera pensaba que tenía.

El silencio los envolvió. Él se levantó lentamente y se acerco a la cama. Sus manos sujetaban sendos vasos.
Brindaré contigo por una vida que te echará en falta.

Cerró los ojos y bebió el vaso.


Cuando abrió los ojos, extrañada y a la vez curiosa, él yacía en el suelo. Se había equivocado de vaso! Temblorosa se levantó rápidamente y se dirigió al escritorio. El muy idiota no se había equivocado. Leyó la carta una vez más, firmada con él y con una postdata añadida:
“Porque vivir sin sentir nada es como vivir estando muerto. Te he dado mi vida para que tu la sientas por mi. No me comprendas ni me llores. Simplemente odiame por haberte utilizado de la peor manera que se puede utilizar a alguien. Si con ese odio consigo darte una razón para vivir, entonces mi existencia si que habrá tenido un sentido."

1 comentario:

Marta dijo...

Pero se que nadie en este mundo ha estado, esta o estará preparado para poder entender y aliviar a cualquier ser. Ni siquiera somos capaces de entendernos, amarnos o aliviarnos a nosotros mismos.
Qué gran verdad!
I like it!! :)
Eres buena, chica. jojojo!